lunes, 16 de abril de 2012

Antonio Machado




CXV

(A UN OLMO SECO)

Al olmo viejo, hendido por el rayo

y en su mitad podrido,

con las lluvias de abril y el sol de mayo,

algunas hojas verdes le han salido.

¡El olmo centenario en la colina

que lame el Duero! Un musgo amarillento

le mancha la corteza blanquecina

al tronco carcomido y polvoriento.

No será, cual los álamos cantores

que guardan el camino y la ribera,

habitado de pardos ruiseñores.

Ejército de hormigas en hilera

va trepando por él, y en sus entrañas

urden sus telas grises las arañas.

Antes que te derribe, olmo del Duero,

con su hacha el leñador, y el carpintero

te convierta en melena de campana,

lanza de carro o yugo de carreta[1];

antes que rojo en el hogar, mañana,

ardas de alguna mísera caseta,

al borde de un camino;

antes que te descuaje un torbellino

y tronche el soplo de las sierras blancas;

antes que el río hasta la mar te empuje

por valles y barrancas,

olmo, quiero anotar en mi cartera

la gracia de tu rama verdecida.

Mi corazón espera

también , hacia la luz y hacia la vida,

otro milagro de la primavera[2].

Soria, 1912.

Campos de Castilla: Antonio Machado


[1] melena:yugo de madera de donde cuelga la campana; la lanza es la pieza larga que sale del carro y a la que se uncen los animales que tiran de él: el yugo es la pieza que rodea el cuello de los animales de tiro y se une mediante correas a la lanza.

[2] Este poema (cuya primera edición en el periódico El Porvenir Castellano es de febrero de 1913, aunque se fecha en mayo de 1912) recuerda los días angustiosos de la enfermedad de Leonor Izquierdo y parece escrito cuando todavía había alguna remota esperanza de curación.

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